Relatos nocturnos (I): El sexto sentido

Se estaba haciendo tarde aquella noche. Los perros con sus ladridos me recodaban que no estaba completamente solo al volver a casa entre las calles todavía mojadas de la lluvia caida horas antes.
Ya estaba alcanzando mi portal cuando a unos metros advertí la presencia de una chica joven apoyada en la pared interior del mismo. A medida que me fui acercando fui percibiendo los encantos que tenía su figura. Era bastante alta, de tez blanca y ojos muy claros. Vestía una gabardina y llevaba la cabeza cubierta con una pañuelo blanco. Llegó un momento que tuve que alcanzarla para disponerme a abrir la cerradura del portal, y fue en ese momento cuando me giré levemente y la saludé con una minúscula apertura de labios. Tras una media hora de caminata en solitario me agradó ver a una persona tan cerca, ya me sentía en casa.
La chica entró en el portal una vez lo hice yo y se dirigió a la puerta del ascensor, siguiendo mis pasos. Una vez entramos los dos en la cabina le pregunté a que piso iba y me respondió pulsando el botón del sexto, el último, a la vez que su mirada se habia quedado clavada en mis labios. Yo me giré muy despacio para pulsar mi botón, pero mi mano fue detenida por la suya en el aire , y entonces me dijo:
-Ya sabes que voy al sexto, y ya le he dado.
De repente mi circulación sanguínea se me aceleró de una forma salvaje. ¿Que pretendía esta tía? ¿Vamos a liarnos? UHF. Me desconcertaba la tranquilidad con la que se quitaba el pañuelo y me miraba esta vez a los ojos , descubriéndome un rostro sensual, con ojos ligeramente rasgados y cristalinos, boca carnosa repleta de carmín y cabellos rubios a tirabuzones, que reposaban en sus hombros.
La situación aun no la tenia controlada lo más mímimo. La tía esta no me habia besado, y yo no sabia a donde me llevaba. Al llegar arriba, ella recorrió el pasillo hasta su letra y yo me quedé en la puerta del ascensor ,y una vez que entró y encendió la luz del hall se giró y me preguntó:
-¿Te vas a quedar ahí?
Entonces entré en la casa y pasé a la sala..Yo me quité la cazadora y ella hizo lo mismo, solo que yo llevaba una sudadera y unos vaqueros y ella llevaba un vestido blanco cortísimo, con un escote de vértigo, interminable, que dejaba ver mucho, pero lo bueno es que sin ver tambien habia mucho mucho. Por abajo llegaba a una tercera parte del muslo, y luego unas blancas medias de encaje empezaban de ahi a dos palmos.
Era inverosímil la situación, pero reaccioné y me deje de pensar tonterías cuando me empezó a desabrochar los vaqueros. La cama estaba muy revuelta después de hacerlo tres veces en las 4 horas siguientes, de la forma más salvaje que en mi vida hubiese imaginado. Estaba en el cielo. Me despidió en la puerta de su casa solo con una blusa y miles de masajes con mis labios puestos.
Cuando me desperté sobre la tarde, le pregunté a mi madre quien era la chica nueva que vivía en el sexto izquierda, y me respondió que seguia viviendo la señora Consuelo desde hacía 30 años. Yo entonces subí y esta señora me contó entre otras cosas, que su nieta de Los Angeles habia venido a visitarla y que se acababa de marchar de vuelta a Estados Unidos.
Era el fin de un breve pero inolvidable sueño, y con esa resignación me volvia para mi casa cuando la señora me para y me dice:
-Ah, se me olvidaba, me dijo que un chico del edificio vendría sobre esta hora a preguntar por ella. Dice que muchas gracias por haberla entretenido, que espera volver algun día y que te de esta foto suya de recuerdo.
En fin, ya que me quedan los recuerdos, este de la foto lo comparto con vosotros. No te olvidaré, Pam.